Osteoporosis
Resulta frecuente encontrar en la consulta del traumatólogo, pacientes que acuden solicitando información sobre la osteoporosis. Generalmente se trata de individuos en la 5ª o en la 6ª década de la vida, que demandan información sobre el diagnóstico, el riesgo de fractura y la necesidad o no de instaurar un tratamiento. No en vano, la osteoporosis es la enfermedad ósea más frecuente en el ser humano. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se trata de una afectación difusa del esqueleto, caracterizada por una baja cantidad de masa ósea y una serie de alteraciones estructurales en la arquitectura del tejido óseo, que provocan un aumento de la fragilidad del hueso y un incremento del riesgo de fractura.
Estadísticamente, sabemos que el 50% de las mujeres y el 20% de los hombres mayores de 50 años, sufrirán antes del final de su vida, al menos una fractura osteopórotica. La localización más frecuente de estas fracturas es la cadera, la muñeca, o la columna vertebral.
La osteoporosis es una enfermedad multifactorial y silenciosa. Los factores que determinan la aparición de la enfermedad son de naturaleza muy diversa: genéticos, hormonales (menopausia), modo de vida (sedentarismo, vida urbana), hábitos tóxicos (tabaquismo, alcoholismo), enfermedades y sus tratamientos (corticoides) y envejecimiento. El hecho de que no produzca ningún síntoma hasta que la pérdida de hueso sea tan importante como para producir una fractura por fragilidad, determina el problema diagnóstico que surge con esta enfermedad: cómo sabemos si existe osteoporosis.
Según la OMS, la densitometría es la prueba diagnóstica de elección para determinar la densidad de masa ósea (DMO). Mediante esta prueba se obtienen unos parámetros que definen tres categorías: normal, osteopenia y osteoporosis. Sin embargo, para determinar de forma precisa el riesgo de fractura, además de la DMO hay que considerar una serie de factores que son independientes de esta. La herramienta que integra todos estos factores se denomina FRAX (Fracture Risk Assessment tool: herramienta de valoración del riesgo de fractura) y sirve para determinar el riesgo absoluto de fractura a 10 años y ayudar al especialista a decidir la actitud a seguir en cada caso.
El objetivo principal del tratamiento en la osteoporosis es disminuir el riesgo de fractura. Se trata de un tratamiento preventivo, que incluye medidas generales y, en los casos que sea necesario, medidas farmacológicas.
Entre las medidas generales se encuentran el ejercicio físico, la dieta, la eliminación de los hábitos tóxicos y la prevención de las caídas. El ejercicio físico debe adaptarse a la capacidad funcional de cada individuo, si en generalmente la marcha suficiente. La dieta debe garantizar un aporte de calcio y vitamina D suficiente para evitar la pérdida ósea y cuando no es así se puede recurrir a suplementos dietéticos o farmacológicos, siendo preferibles siempre los primeros. La prevención de las caídas, pasa por adaptar el entorno a las capacidades físicas de cada individuo.
La necesidad de tratamiento farmacológico la determinará el especialista. En principio, existen diversos fármacos para tratar la osteoporosis. La elección del fármaco dependerá de las características particulares de cada paciente (edad, sexo, existencia de otras enfermedades) y del riesgo individual de fractura. En cuanto a la duración del tratamiento no existe consenso. Se debe mantener siempre que exista riesgo de fractura, valorando con determinados fármacos la necesidad de un descanso terapéutico tras un periodo largo de utilización.
En definitiva, la osteoporosis es una enfermedad con gran importancia clínica que requiere un diagnóstico preciso y un tratamiento adecuado, supervisado por el especialista. La aplicación de las medidas generales relacionadas con el estilo de vida, anteriormente citadas, ayudarán a disminuir el riesgo de fractura osteoporótica por fragilidad y a disfrutar de una vida más sana.